Mi Amiga la Prepago pelea con Héctor

“¡Ay Italiano no sabes las que he pasado estos días! ¿Te acuerdas de Yanela? Se fue de palos esa mujer y yo que había depositado toda mi confianza en ella, éramos hasta amigas chico y viene y me sale con esta vale…”. Así me dio los buenos días Mi Amiga la Prepago desde la esquina derecha del vestidor del baño de hombres del gimnasio.

Mientras hablaba se veía en el espejo y practicaba la rutina de movimientos para la competencia de fisicoculturismo. Los pinchos están haciendo efecto, esta mujer parece una nevera.

Mi cara de desconcierto al no saber quién coño es Yanela hizo que Mi Amiga la Prepago saliera de personaje y de un jalón me sentara en uno de los bancos: “Yanela, papi, es la muchacha que trabaja en mi casa… ella se había venido de Puerto a putear pero no es muy agraciada así que le dije que se viniera pa’ la casa y me ayudara con Selene y todo lo de la casa y como sabía cocinar y estaba pelando se instaló”.

“¿Todavía estás con lo de Yanela mujer? Si ya la botaste ¿cuál es tu rollo? y eso que te dije mil veces que no tuviste que haberlo hecho porque capaz del susto te devolvía las cosas que se robó” dijo Héctor quien estaba llegando con cara de mortificación. “Pela la nalga para inyectarte y bájale dos”.

Mi Amiga la Prepago siguió con el cuento a toda voz, como si Yanela la estuviera escuchando: “Me robó los Steve Madden de patente púrpura y unos Jessica Simpson que había comprado en rebaja en Bahías. No quise contar ni los sostenes ni las pantaletas porque vi la gaveta y me di cuenta que faltan varios y no me quería estresar más… y se llevó dos vestiditos de esos pegaditos de cuero que eran una divinidad, uno lo había comprado en Casablanca”. La decepción con la que Mi Amiga la Prepago hablaba me ablandó el corazón, pero andaba tan arrecha que me dio miedo abrazarla.

Héctor estuvo toda la mañana de entrenamiento justificando a la “pobre Yanela” hasta que pelearon delante de todos en el área de abdominales y él se fue a entrenar a otra de sus clientas. “No sé porqué coño apoya a la igualada esa si me robó, no entiendo que es lo que no entiende, desde el lunes que la boté no hemos hecho más que pelear por eso ¡pobrecita! ¡pobrecita! me dice… ¡pobrecita yo que me quedé sin mis plataformas y sin los vestidos de cuero ¡que arrechera!”.

Al continuo lamentar de Mi Amiga la Prepago se le unieron varias mujeres que habían pasado por lo mismo y terminaron recordando con mucha nostalgia las cosas que les habían robado como si fuesen familiares muertos, y es que, aunque parezca superficial, uno le da poder a las cosas materiales, las carga de emoción, se llena con ellas y cuando las perdemos pues se sufre.

Y es que falta de cama buenos son zapatos, vestidos de cueros, relojes, chaquetas, perfumes…

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